Cuéllar cuenta su adaptación al inglés

Septiembre de 2011

Carlos Cúellar cuenta, entre otros jugadores españoles de la liga inglesa, a El Mundo cómo se adaptaron al inglés.  Conoce la de Carlos Cuéllar:

'El rival más temido al irme de España'

Llevo cuatro años en el Reino Unido y no puedo decir que hable como Shakespeare, pero no sufro en el día a día como cuando llegué. Recuerdo que cuando aterricé desde España mi principal temor no era el futbolístico (venía de grandes años deportivos en Osasuna) sino hacerme entender en un sitio como Glasgow, ya que en Escocia tienen además un acento realmente complicado.

Me costó adaptarme los primeros cinco meses y eso que tenía un compañero de equipo español (Nacho Novo) que me ayudó mucho. Asumí la importancia de estudiar un idioma desde el principio. No sé el resto, pero el inglés que aprendí en España hasta el bachillerato estaba lejos de ser lo que escuchaba en las calles de Glasgow. Demasiado básico y teórico viendo cómo charlaban los aficionados que me encontraba por la calle. Pienso que los de mi generación, yo ya tengo 30, aprendimos unos verbos de memoria que no suenan igual en la boca de las personas que quieren hablar contigo. Las pronunciaciones eran completamente distintas, hasta el punto de hacer casi imposibles cosas tan simples como una conversación cordial de ascensor : "Qué tal está? Vaya calor que hace hoy". Imagino que como todo en la vida, cuando te ves obligado por las circunstancias aprendes por necesidad pero no del modo correcto. Seguro que muchas veces puse cara de simpático y quedé por tonto.

Es obvio que el inglés no es tan importante en mi trabajo como en otras profesiones, ya que el fútbol se basa en condiciones físicas, pero su utilidad es evidente. En el vestuario siempre hay bromas, porque a veces traduzco cosas que me parecen lógicas pero las expresiones son distintas. Y se tronchan. Los peores son los utilleros, ya que son mayores y no entienden que un extranjero confunda a veces calcetines, medias, pantalones cortos, calentadores, camisetas, camisetas interiores... Al llegar recibí clases particulares por parte de una persona que a la vez era mi intérprete y que me ayudaba en las primeras ruedas de prensa y apariciones ante los medios. Ese año fue muy bueno a nivel personal y tuve que atender mucho a la prensa por galardones personales. Para mí eso era lo más complicado. Notaba que entender ya era un problema menor, pero mis respuestas eran distintas a las que quería decir. Recuerdo que en la gala de la Liga, que me dieron el premio al mejor jugador, leí un discurso de agradecimiento. Todo fue bastante bien, pero al final de la cena apareció un humorista para hacer un monólogo. A los 2 minutos le perdí el hilo. No era capaz de seguirle. El problema fue que duró 30 minutos y yo era el invitado de honor. Ahora lo llevo bien, pero cuando viene alguien a Birmingham me doy cuenta de sus problemas. Se supone que llegan con buen nivel, pero tienen las mismas dificultades para darse de alta en la seguridad social, contratar una línea de teléfono o comunicarse con su casero para una reparación. Ahí aparezco yo para ayudarles, aunque aún puedo mejorar mi nivel. Me han ofrecido ser comentarista en televisión, pero por ahora no me lanzo...

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